Mis amigos

Traductor

lunes, 16 de julio de 2012

PROVOCANDO UN ENCUENTRO





Es la hora, me enfundo mis zapatillas de travesía y la vieja ropa de deporte (pereza que tiene uno a la hora de ir de compras) Aunque pensándolo fríamente, creo que la culpable es ella. Por ella no he cambiado mi vieja indumentaria, paso tan desapercibido por su vida que aunque llevara unas luces de Navidad rodeando  mi cuerpo seguiría siendo una simple sombra.

La conocí hace un año.
Apoyado en la barandilla de mi balcón, consumiendo mi vida igual que el cigarro que estaba a punto de exhalar entre mis labios, la vi pasar. No me vio. Como tantas veces desde entonces.

Vestía ropa de deporte, un paso firme y apresurado, seguramente a causa de la música que escuchara en ese momento. Sus ojos cubiertos por unas grandes gafas y sus orejas decoradas por unos minúsculos auriculares. A la espalda, una liliputiense mochila. Siempre me he preguntado qué guarda en ella. Creo que sólo la lleva para ir acompañada. Desde aquel momento, ni un solo día ha dejado de pasar frente a mi balcón. Y si falla, me pongo como loco buscando la causa o el causante que ha provocado el que ella falte a su cita.

Me puse manos a la obra. Tenía que conocerla. Su nombre, saber dónde vive. Escuchar su voz, su risa. Mucho me temo que me precipité, pero así soy yo. Al cabo de unos días ya tenía urdido un plan. Me haría el encontradizo. No, mejor la perseguiría y así saber cuales eran sus recorridos. ¿Y si la asusto y llama a la policía?

Miedos, dudas, me atacaron, me mordieron.  
Lo único que he conseguido es hacer el mismo trayecto que ella pero a la inversa, y así poder verla de frente. Mirar su rostro, su andar, toda ella viniendo hacia mí. Ver como camina  con su mirar fijado en el suelo, que de vez en cuando levanta para escudriñar el horizonte. Paso a su lado siempre esperando un saludo, una mirada. Nada, siempre nada.

Estudio un guion delante del espejo. Seré el primero en dar el paso. Llegado el momento del encuentro los nervios se apoderan de mí, las palabras se agolpan en mi garganta, las mariposas del estómago me provocan mareos. Una vez más sólo atino a verla pasar y preocuparme de  que pueda pensar: “el loco de todos los días”.

¡Hasta luego! -musito para mis adentros. 
Pronto hará un año, ese día será el elegido. Idearé un encuentro, me presentaré, le hablaré de otras rutas, de otros lugares. Me vestiré con la mejor de mis sonrisas y entonces… Pero eso será dentro de una semana, ahora me voy a mi cita. No quisiera llegar tarde, no quiero hacerla esperar.




17 comentarios:

  1. Las cosas que hacemos cuando alguien nos gusta y ese "alguien" no lo sabe.

    Esperemos que el chico tenga suerte.

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es verdad, Moni. La de cosas que nos atrevemos a hacer.
      Confiemos en la buena suerte...
      Un besazo

      Eliminar
  2. ¿Qué habrá en esa mochila... qué guardará en ella?
    Este cortito texto, es un pensamiento en voz alta (en letra alta, se podría decir). Creo que todos hemos forzado alguna vez un encuentro, y claro, cuando algo es forzado, a la hora de la verdad puede haber accidentes, sudores, nervios... Y a veces hasta sale bien.
    Besos, Aurora.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Compañía, es lo que lleva en esa mochila, unas veces en forma de música, otras en forma de imagen.
      Forzar encuentros, por intentarlo que no quede!
      Gracias, Luis. Un abrazo.

      Eliminar
  3. Qué linda historia, qué sensibilidad tiene él y la que lo escribe sin duda alguna. Esos amores en silencio, son divinos a la vez que dolorosos, pero yo tengo mi propia frase: No hay amores imposibles, sólo falta de agallas"...
    Besos!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Agallas, el perro cobarde?

      Eliminar
    2. Gracias Maite, qué cosas más bonitas me dices!!!
      Ay, esos amores quién nos lo ha sufrido alguna vez?
      Me apunto tu frase, es muy cierta. Un abrazo.

      Eliminar
  4. El texto viene a plasmar lo que pasa muchas veces: que nos arrepentimos más de lo que no hacemos.
    Aunque, por otra parte, la ilusión que tiene el protagonista de la historia es casi mejor que el hecho de hablarle a esa persona conocida-desconocida. Casi es morboso mantenerse en esa línea de la ilusión y el atrevimiento.
    Buenas palabras, Auro.
    1000 BSS.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por eso necesitamos agallas, (y no es el perro cobarde, jeje)
      Me gusta tu comentario, me da qué pensar.
      ++++besitos.

      Eliminar
    2. jajajajajajaj el perro cobarde dice el Joaki... jajajajaja me parto, con lo que me gusta a mí esos dibujillos jajajaja...
      (qué cosas tiene este hombre Ana... uffff).

      Eliminar
    3. Jajaja, ocurrente el hombre!! A mí también me gustan esos dibujos,(reconozcamos que son un poco raros).

      Eliminar
  5. Aaaaaaaaaaaaaaaag.... ¡¡¡ya te estás estrujando las meninges... quiero saber cómo será ese primer contacto. Cómo reaccionará ella. Qué le dirá. ¿Acabarán corriendo juntos? ¿terminará en boda? !!!
    Jeje... me dejaste con la intriga y este episodio... bien merece una segunda parte.
    Besines. :P

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué cosas tienes, Hulna!!! Seguramente bien merece una segunda parte, jeje, ya veremos...
      Un besazo y gracias por pasar por aquí.

      Eliminar
  6. Precioso relato que nos deja transmite perfectamente las emociones y las ilusiones de esa gente que se fija en todo lo que transita a su alrededor...y se enamora de ello.

    Muy dulce, tocaya.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esas emociones y esas ilusiones son las que nos tienen enganchad@s a la vida. Ay, si no fuese por ellas.

      Gracias, tocaya!!!
      Un besico.

      Eliminar
  7. hermoso relato. ese enamoramiento espontáneo hay que ver en lo que acaba... un saludo

    ResponderEliminar
  8. Amor a primera vista. Ya veremos como acaba.
    Gracias por tu comentario, Antonio. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Toda imagen tomada de la red será retirada si el autor así lo solicita.

Gracias por danzar conmigo.