Mis amigos

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viernes, 21 de febrero de 2014

ODA GATUNA


 El 20 de febrero fue el día mundial del gato, o eso dicen. Sólo quería rendir un pequeño homenaje a un gran amigo que una vez formó parte importante en mi vida.




Hundía su cara contra el mullido pecho aspirando la certeza de aquella amistad. Mientras, él rodeaba con sus patitas la pequeña cabeza que le ofrecía la familiaridad del gesto. Así les sorprendía el tiempo que por allí pasaba.

No había ningún bolsillo donde pudiera esconderse una punzada de dolor. Todo era blanco, peludo y blando. Un diminuto y sincero corazón habitaba tras esa vestimenta. Su ronroneo la invitaba a dormitar a su lado, entre las cosquillas de sus bigotes y el roce de su áspera lengua.

Ella reconocía en su calor al amigo, se sentía protegida por aquel pequeño ser que sin medir más de medio metro era capaz de entregarle todo cuanto poseía.

Él y ella, viva imagen de la ternura. Se comunicaban con los gestos del cariño, lenguaje universal. Si él vigilaba sus movimientos, ella le lanzaba cálidas sonrisas. A los roces de gratitud ella le respondía con una sobredosis de caricias.

En tanto, la vida seguía pasando.
                                                                                                              




FOTO SACADA DE INTERNET

jueves, 13 de febrero de 2014

CRIMEN PERFECTO


Se escondía en la segunda leja de un armario pequeño. Él también lo era. Vivía agazapado todo el tiempo, apenas se dejaba ver. Una vez al año salía de su escondite para pasear su colorida vestimenta por las esquinas de un cuarto falto de romanticismo. En vano intentó cubrir sus corazones con una frágil capa de fantasía, la escarcha empezó a instalarse en ellos.

Consumió todos los intentos por volver a prender la pasión en sus almas. Llegó a la media noche del único día con el rostro compungido, abatido por la derrota. Soñó con la esperanza de que lo conseguiría la próxima vez. Murió antes de alcanzar su propósito.

Lo fueron a buscar el sexto día del sexto mes de un año cualquiera. Sin esperar la visita se alegró de haber sido descubierto. Su rostro sonriente y cómplice miró a su verdugo con la confianza de un inocente. Y el caos hizo acto de presencia.

Todo acabó pronto. Un golpe certero trasladó su pequeñez hasta un vertedero donde acabaría sus últimos días.

No hubo juicio ni jurado. Ni defensores ni defendidos. Nadie fue apresado por aquel asesinato. No dieron la noticia en el noticiero. Fue un crimen perfecto. La normalidad volvió a instalarse en la balda de aquel armario. Los días venideros se sumieron en el silencio.

Y tal día como hoy, desnudo de rencor y de odio, Valentín regala una sonrisa a su asesino.