foto sacada de internet |
Me matriculé
en la escuela de tu cuerpo. Conocí geografía en el atlas de tu espalda, perfilé
montes, surqué los ríos de tu piel y en cada meandro dibujé remolinos con el
pincel de mi boca. Mares y océanos precipitándose sobre tus piernas se abrían a
mi paso.
Sumé tus
lunares a los míos, resté los espacios entre tus caricias y las mías,
multipliqué mis ansias con las tuyas y suspendí al dividir por no
perderte.
Aprendí a
conjugar verbos en todos los tiempos con las reglas de tu lengua. Ortografía en
las líneas de tu costado, tu corazón dictaba y yo escribía con la pluma de mis
dedos poesía, prosa y lírica en las hojas de tu vientre.
Mi
instrumento… las cuerdas de tu cintura, dejándose acariciar desgarraban notas
sibilantes mientras mi voz dormía sobre tu hombro desnudo.
Adoración
por ti, tu nombre… mi doctrina. Mis oraciones en las palmas de tus manos se
grababan en mi sien por el borboteo de la sangre de tus venas.
La
naturaleza de tu ser me descubrió la fauna salvaje que habita en ti. Sobre las
nubes de tus sueños paseé por las calles y avenidas de tu cuerpo, hasta que una
lluvia de colores inusuales me empapó dejándome ver el azul de tu cielo.
Me enseñaste
a hablar en tu mismo idioma.
Fusionaste
mi alma a la tuya.
Y antes de que acabara el curso conocí la química de nuestra piel.