foto sacada de internet |
Me confieso
fiel devoto del angioma de su cintura, imaginándome experto marinero surco su
borde irregular y fondeo en su rúbrica con el hierro de mi lengua.
Me confieso
desvelado en mitad de la noche y viajando mi mano hasta su talla, encolar mi
caricia al perfil de su isla colonizando su dibujo. Y ella, náyade de mi deseo
inyecta su aliento al aire removiendo mi celosía.
Me confieso
buen escriba, sin embargo las palabras me juegan al escondite cuando busco
nombre que polinice la ínsula de su piel, reinando la indefensión de su sueño
voy estudiando la cartografía de su cuerpo que me revele el apelativo de mi monarquía
para defender mi fortaleza.
Me confieso delineante
aventajado ante la magnificencia de su monumento... me consiente tomar su territorio
y ser el pigmeo amante de su huella, tintura cambiante desapareciendo ante las miradas ajenas y revelándose
solo para mí.
Me confieso
con locura arrebatada cuando nuestras pieles se entremezclan imaginándome
marcado por el escarlata de su tatuaje, y me aferro con ahínco a su curvatura
para que a través de mis poros pase su caprichosa fantasía. Arde bajo mi mano
el latido de su sombra propiciando que la brama de mi boca quede investida de
su aureola.
Me confieso prestidigitador
de cada iris que delata su estado.