Se fueron los días, las palabras, los recuerdos, lo bueno, lo malo, la gente maja que llegó, la gente buena que nos dejó... los abrazos de lejos, los besos de cerca... se fue un libro con su historia, la Mía.
Esta noche comeremos 12 uvas, una por cada mes del año.
Las primeras, por su condición las tomamos con esa alegría nerviosa. Las siguientes con ese gesto automático e indiferente y las últimas las engullimos con esa prisa por llegar al final. Pareciera el resumen de un año. Prisa por acabar.
Sin prisa y con todo mi cariño quiero tomar mis uvas junto a vosotr@s y desearos una Muy buena entrada de Año Nuevo.
Cabalgo hacia tu romanticismo oscuro reconociendo el
itinerario que me lleva hasta el otro lado del espejo donde palpita la alfombra
de la tentación, y abriendo el cofrade de tu alma acoges mi vulnerabilidad ensombrecida de dominio. Como en una partida de póker sorteamos las cartas, rindiendo homenaje a mi armonioso rombo robas el as de corazones con el crespón de tus ojos, admito y permito el hurto ante la inmovilidad de mis trucos.
Nos desafía la ventolera de tu voz cosida a mi risa en cada
silencio que profanas, impones con impiedad los tragos en mi piel bebiéndote y bebiéndome en un sorbo de pecado. Rompo las normas del juego al sentir el crujir de mi predicado sobre tu coraje, y aferrándome al paño que
te cubre derramo el credo de mis días quemando muros de hormigón.
Trenzada a la negrura que nos envuelve el manto de este
sueño embelesado me cuelo en la fisura de tu mandato volviéndolo ruego y mantra.
Disponiendo mi regreso a la claridad del día dejo el beso distendido en la
hoguera de tu encanto, despertando con el clave de tus huesos todavía en mi carne te siento de nuevo como sierpe embaucadora acechando a lo felino de
mi instinto, colgado a mi cuello como un Talismán.
Pareciera que el tiempo se detiene en una esquina del calendario quedándose anclado en un mes incierto. Pareciera que el traje de baño se quedara a vivir en lo alto del cajón y que el tirante se quedara grabado en el hombro hasta el próximo verano. Pareciera que las luces del árbol quedaran enredadas por una eternidad en un rincón del trastero. Pareciera que lo mismo de ayer no volverá a suceder, y sucede una vez más y otra Navidad aflora en lo virtual y en la realidad. Y... como cada año por estas fechas os deseo con todo mi cariño.
Hisopo es tu
boca rociando fantasías ante el apego de mis melgas que templándole adoración
se convierten en adyacente de tu sueño. Seduces mi centro con la dominación de
un verbo conjugándose en el modo
perfecto sobre mi imperio.
Hambrienta
de tu esencia me vuelvo adicta a la envoltura de tu cuerpo, maleable bajo tu
forma y dueña de tu ascensión me guías por los tortuosos caminos de tu
ambición.
Serpenteas
jeroglíficos cerca de mi oquedad que en ordenada procesión cuelas sus rezos, y
con las súplicas clavadas a los lados de tus costados se eleva el canto afinado. Haciendo de lo
mundano lo celestial y de los sueños la realidad.
Eres la
droga edulcorada de cada uno de mis sentidos. El vestido perfecto de mi piel...
soy la medida que te domina y tú mi complaciente compañero.
Este post no me pertenece pese a ser yo la autora de la frase. La dejé en el blog de nuestra querida MISTERIOa modo de comentario en una publicación suya que hablaba sobre el amor. Así... de esta forma tan bonita y tan sensual la quiso destacar dedicándole una entrada. La emoción que causó en mí, hizo que las palabras me abandonaran dejando tan solo un GRACIAS muy profundo. Hoy quiero compartir este detalle y de alguna manera agradecérselo.
El amor todo
lo puede, todo lo cambia, todo lo transforma... el amor nos hace volar tan alto
que perfectamente podemos tocar esas estrellas. AURORATRIS
Me faltan palabras para agradecer a Jaime y a Rusaca los premios que me han concedido.
Tal vez luciéndolos pueda llenar el vacío.
No soy de seguir con las nominaciones, sé que eso está muy mal, soy un caso perdido ya me lo han dicho muchas veces, sobre todo mi madre.
Pero desde aquí quiero agradecer el detalle que han tenido por pensar en mí para los premios que luzco con orgullo. Pido disculpas, una vez más, por no continuar con dichas nominaciones... aunque sinceramente yo nominaría a todos los blogs que conozco porque sin vuestras letras... nada es lo mismo.
Gracias de todo corazón a ambos. Sois unas personas maravillosas... me lo habéis demostrado en varias ocasiones.
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia de Género contra la Mujer.
Fecha elegida para homenajear a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana, que fueron asesinadas brutalmente en 1960 durante la dictadura de Rafael Trujillo.
Sólo un pequeño homenaje para un inmenso dolor como es la existencia de esta lacra. Desde la primera víctima hasta la última.
foto sacada de internet
Nunca digas
que la quieres con la fuerza de tus puños, ni que la amas con la punta de tus
pies. No te pongas su nombre en tus labios para demostrarle tu hombría, o la
roces con el filo de un cuchillo para ganarte su respeto bañado de miedo.
No la
pises desde tu puesto viril cogiéndola del pelo para arrastrarla hasta el fango
de tu vida. No la toques, no la mires, no le grites tus miserias... ella no es
lobo que muerda la sombra de tu
desdicha. Abandona tu cátedra machista en cada golpe que propinas a su alma
calamitosa y llena de dolor.
No inyectes
tu odio en su sangre derramada al borde de tu huella. No seas el garrote vil
que la inmortalice en las noticias.
Es su piel mi
literatura nocturna donde la hermandad de mis dedos se muestra cauta en la
lectura de sus renglones. Las historias encriptadas en los surcos de su rostro
se revelan al paso de mi tacto y en la ceguedad de mis yemas se van desvelando
capítulos donde se desnuda la pretensión de su trama.
En su vasto
pergamino desemboca mi concentración repasando con liviano empeño los párrafos
donde encuentro lo inmoral, y si el despiste me aleja de lo leído… su voz
instructora me reconduce por el cuento de su ébano hasta
el episodio donde el suspense engatusa a mi virtuoso recital.
Camina mi
mirada tras los trazos de mis manos presurosas por el desenlace del nudo
ficticio, coincidiendo el punto y aparte de sus caderas con el encaro de sus
ojos acuso la trayectoria hasta donde se encuentra mi beneficio para repasar(le)
los términos acaecidos.
Lectora de
su anaquel donde me refugia y me refugio, y rizada en su lomo quedo varada en su azabache envoltura dando paso al silencio
guarnecido de un sobrio sigilo goteando la confección de mi relato sobre su
negro satén.
Catalogas de
poema tu corbata capitaneando en mi desnudez, y honrando a tu obediencia con la investidura
de mis halagos te dejas guiar entre susurros hasta mi propio absolutismo. Meces mi nombre entre tus labios acercándote
con falsa seguridad para acogerme en tu abrazo.
Sé cómo
fustiga mi indumentaria en lo profundo de tu pensamiento porque eres el espejo de
tu ambición lloviendo sobre mí cada idea que mi imagen te provoca, y haciendo
alarde de mi juego soy crupier de tus instintos impulsándote a apostar en este
envite.
Declaro una
guerra abierta a tu ropa que se ofrece para ser vencida ante el asalto de mis
manos, abriéndose a mi paso deja escapar la fragancia de tu piel embriagándome
de su exude. Se estremece tu voz ante mi roce sabedor de su rito y en la diana
de tu latido deposito la frase que hará que esta noche seas mío.
Le brindas
osadías a lo masculino de tu prenda recogida en el puño de tu mano, mientras al
otro extremo un Windsor presume en mi ombligo. Aderezo con mi docilidad la
creencia de que eres tú el poseedor de la carta ganadora sin sospecha alguna de
que la Dama esta vez, es la vencedora.
Me confieso
fiel devoto del angioma de su cintura, imaginándome experto marinero surco su
borde irregular y fondeo en su rúbrica con el hierro de mi lengua.
Me confieso
desvelado en mitad de la noche y viajando mi mano hasta su talla, encolar mi
caricia al perfil de su isla colonizando su dibujo. Y ella, náyade de mi deseo
inyecta su aliento al aire removiendo mi celosía.
Me confieso
buen escriba, sin embargo las palabras me juegan al escondite cuando busco
nombre que polinice la ínsula de su piel, reinando la indefensión de su sueño
voy estudiando la cartografía de su cuerpo que me revele el apelativo de mi monarquía
para defender mi fortaleza.
Me confieso delineante
aventajado ante la magnificencia de su monumento... me consiente tomar su territorio
y ser el pigmeo amante de su huella, tintura cambiante desapareciendo ante las miradas ajenas y revelándose
solo para mí.
Me confieso
con locura arrebatada cuando nuestras pieles se entremezclan imaginándome
marcado por el escarlata de su tatuaje, y me aferro con ahínco a su curvatura
para que a través de mis poros pase su caprichosa fantasía. Arde bajo mi mano
el latido de su sombra propiciando que la brama de mi boca quede investida de
su aureola.
Me confieso prestidigitador
de cada iris que delata su estado.
Tambaleas el
epicentro de mi equilibrio con el temple de tus palabras haciendo que me sujete
a la empuñadura de tu aorta mientras oras sortilegios al embeleso de mi
caracola. Me va
venciendo la resaca de la realidad a la vez que cuelas milimétricas acrobacias
hasta el núcleo donde me sustento, descargas los murmullos en perfecta simetría
venciendo a la red protectora que me separa de tu tentación.
Hipnótica
voy columpiándome como funambulista por la cornisa de tu oda.
Sabes que tu
vicio encontrará el derrumbe del mío y la certeza que serenará a los remolinos
de mi acuífero, por eso sigues invirtiendo en tu serenata todas las notas
necesarias para la ovación final y así conseguir el trofeo de mi rendición.´
Soliloquio
acaparador de mis sentidos.
Mi
vencimiento se aproxima ante la tersura de tu cadena que desliza con placaje el
veneno que copulará con mi resistencia, germinando y ramificándose en ferviente
celo. Continúas inoculando con fiereza palabras encendidas que ocupando el canal
de mi sentido retumban en mi raciocinio aflojando el cerrojo de mi cancela.
En la sien
laten las réplicas de tus ecos virulentos a
juego con tu pérfida seducción,
instrumento estudiado para el dominio de mis tensiones. Me vislumbro cerrando
los ojos a la cordura para que el opio de tu voz se filtre en mi voluntad
sometiéndola a tu ordenada perversión, y alcanzando la abertura de mi boca
quieres aspirar el oxígeno de mis besos ya infectados por los tuyos llevándome
a tu nirvana con alevosía y premeditación.
Una imagen
se vapulea en el laberinto de su pensamiento llegando a traspasar su insomnio. Acomodada en su retina toma forma corpórea brillando con blancura virginal, una fina blusa cubre los pliegues de la piel y el tejido sinuoso sobre las medidas
exactas deja libre la voluptuosidad de la dama. Se mueve la sutileza de su
figura como ángel febril ante él, las piernas aprisionadas en el oscuro vértigo
de unas botas aceleran los latidos de un rejuvenecido corazón .
La docilidad está postrada sobre un lecho de deseo, y con la caricia doblada en la palma de
sus manos queda vencido el reto de domarla, se quedan inmóvileslas ganas de rozarle mientras ella aspira versículos en la biblia de su pecho, reptan los jeroglíficos en ardua espiral titulando el cromo rosado y elevando
el suspiro al viento.
Desciende la lumbre por el erizado vientre que blande un espasmo socorrido, y exhibiendo el círculo perfecto siente la revelada exaltación que libera una humedad envolvente, un fuego fatuo y la música de sus suspiros. Sintiendo el peso de ella sobre él... Se evapora la ilusión, se desvanece la rapsodia espectral y él... midiendo la realidad de la madrugada se estremece regresando de su ensueño.
Se anestesia
el recuerdo en la vigilia, en el calor de la pupila hundida, en la mitad de su
luna...en la alfombra de su soledad. La oscuridad de la noche se apodera de su
gastado sueño y a la almohada amiga le sigue contando secretos de la mujer.
Ya no llueve
sobre mí tu nube de amargura, se aleja dejando ver un horizonte preso de nitidez,
ya no soy la llama incandescente protagonista de un pretérito que se desata conjugando en
primera persona enterrando su plural. No me ciegan los deslumbres de tus ojos, ni la arena de tu piel provoca espasmos en la mía…, la sonrisa ya no agrieta mis labios al deletrear el nuevo vocablo. Abnegada de consentimientos por este otoño que me abriga y despeinada por el viento ladrón de polvo de mariposas, me siento enfundada en la viudedad de Cronos y de sus primaveras. Me voy cubriendo con la ceñida túnica que rebela mis vértices desgastados, y apeada del árbol desnudo pasa la estela de tu ausencia sin arañar mi
verticalidad.
Mientras esta niebla se disipa dejando un cuadro desabrigado de colores dispuesto a ser pintado con nuevos tonos de acuarela,
me acomodo con mi palestra de aprendiz de todo y maestra de nada para pincelar la
nueva Aurora.
Hipoteco el
éxodo de mis manos que arrasa el linimento de tu piel, absorbiendo tu estático
terciopelo ahorco el movimiento de mis dedos en un amago de brisa que se
afana en ser salvaje ventolera enredada a tu presencia.
Emborracho
el nudo de mi deseo que se acerca hasta la carne que me ofreces como diosa de
tu Olimpo y tú, incauto mortal entregas los manjares desprendiendo tu hombría
sobre mí. Te destierras sobre los valles espoleando tu brío sobre el mío.
Imploras mi
feminidad en la certeza de tu sentimiento enterrado en las cuencas de tus ojos mientras me trenzas tensa y dilatada al tronco que me apresa, perfumando con mi
esencia tus ángulos.
En el humo
que te respiro me adentro invistiendo latidos lacerados de tanto sentirte, de
tanto amarte... escapándose un carnaval de risas sobre el beso loado con el
tacto de mi nombre.
Se evapora en
efluvios esta lujuria derretida y ungida con olor a santidad.
Agua
cristalina que me empapa en mis mañanas cayendo en cascada por mi piel, siento
como resbalan sus gotas por mis mejillas como si de hormigas a la carrera se
tratase. Envuelta en el líquido elemento me dejo seducir por la caricia que
deja como suave aleteo de mariposa. Regueros que desalojan mi sed.
Beber, dejar
que entre en mi interior arrastrando toda la sobriedad de mi garganta hasta el
punto de aclarar mi alarido. Fundirse en mis cabellos, en mis pestañas… deslizándose
con precipitación en mis confines. Erótica humedad que se fusiona con mi
cuerpo.
Jugar con su
transparencia en mis manos y verla correr entre mis dedos a la velocidad de un
beso. Me envuelvo en su estado licuo consiguiendo la perfecta fusión que se
adapta a mis formas. Agua que al caer recrea el sonido de la lluvia fresca de
primavera, ensordeciendo y enmudeciendo mis pensamientos.
Coreo una
canción para someterla a mi ánimo y ella fluye con más fuerza acallando mi voz.
Su calima me envuelve y acoge sin dejar que la fría brisa erice mi lienzo
absorbiéndome y dejándome absorber en perfecta simbiosis. Sereno manantial que
oxigena mis sentidos regalándome su calma.
La excusa de
una llamada deja al descubierto una pretensión, la tuya. Me quieres deslumbrar
con tu nuevo coche desconociendo que ya lo hicieron tus ojos. Hablar o
escuchar… qué importa! Me invitas a su interior para un paseo y una música nos
acompaña durante el mismo.
Fijas tu
mirada en el asfalto que nos guía fuera de la ciudad. La mía… clavada en ti,
recorriéndote mientras el ceño enclavado en tu rostro revela tu decisión. Veo tus labios como se resecan y
es tu lengua la que los humedece, las venas de tu cuello delatan el nerviosismo
de tu sangre y me miras con cierta maldad.
No llegamos
al destino. El deseo se desata en alguna curva maltrecha, escapándose a través
de tus dedos recorren el interior de mis muslos despejando la incógnita. Un
camino angosto y oscuro es cómplice de esta pasión.
Sentados el uno
al lado del otro nos confiamos a unas notas que invitan a una danza carnal, nos
vamos comiendo con los ojos temiendo el desanudo de nuestras manos que sin
previo aviso se desbordan en caricias.
No hay
resistencia en mí, palpito en cada roce que me provocas. Te me acercas acogiendo
el peso de mi osamenta… midiendo a besos mi cuerpo, el candor de tus huellas garabatea
el lienzo, impregnas con la firma de tu saliva el territorio ganado. Despertando a la
fiera que llevo dentro me vuelvo cadena alrededor de tu cuello.
El espacio
se nos queda pequeño, el aire se nos torna enrarecido… salimos a la negrura de
la madrugada.
Posesión y
dominio en cada embestida que invoca a mis torturas. Una mano conduce mis impulsos,
la otra se aferra a mis crines creando la métrica de nuestro hipnótico canto.
Tango que eriza mi tibieza cuando te viertes como cera licuada lacrando gemidos
en la intersección de mi cruz.
Fiebre eran sus manos paseando por el témpano dando forma a las curvas, a los relieves, a
los recovecos… Ovalo de geisha, boca pequeña y la luna en los ojos. Hubo un
proyecto… una presentación. Quiso el premio o el castigo. La escultura pronto
se manifestó.
Mármol de
Carrara, nieve glacial, iceberg invertido en los mares del norte. Labor
encerrada en el taller de los sueños. Cinceló con el calor de los dedos perfeccionando
el rostro venerado, fue perfilando ondas simulando los mechones de un cabello. Fusionó
el talle con la llama del deseo, la medida de los pechos recogida en la jaula
de su puño y con el fuego de los labios derritió la órbita del cuello.
Separando
ríos hizo el vientre y las caderas. El punzón de la lengua punteó el ombligo.
Ella le avistó desde la peana sin que él se percatara de su luz. Rompió el día
y fue sorprendido dibujando el monte a Venus, torneando los muslos y definiendo
unos pies inmaculados.
Quedó el
escultor enamorado de su belleza.
Las manos
necrosadas por el empeño del hielo, los labios agrietados por darle su aliento,
y el corazón en doble latido para que la obra cobrara VIDA.
Eres la tormenta sepultada en el centro
de mi pecho cuando en la noche deslizas tus dogmas por el friso de mis labios, guarneciendo tu deseo en la húmeda cavidad que te ofrezco. Eres el eco en mi alcoba cuando nos devuelve el reflejo
inconfesable de sábanas arrugadas, volviéndose vulnerables bajo el pecado de nuestros
cuerpos.
Soy el infierno que habitas cada vez que te encuentras
despojado de recato, la hoguera donde quemas tus demonios para liberar las alas
plegadas de tu espalda. Soy el ángel
que te aguarda cuando alcanzas el borde del infinito recogiendo tu conciencia
convertida en versos.
Eres el que entierra bajo capas de piel
mi nombre tintado en verbo. Lo estrangulas negando mi existencia y te arde en las
venas hasta que lo catapultas estrellándolo en el aire como un rugido. El que
nada en mi mirada mientras enciendes lunas para mí.
Soy la arena donde escribes tus mandamientos, la
fuente de tus deseos, el muro de tus lamentaciones, la que peina domando tus
nervios. Soy la carne rota que amas de
manera enloquecida, la mente que provoca tus furias, el refugio donde descargas
tus acometidas…
Somos dos almas alejándose y acercándose
entre cortinas de humo, viajando en las
conjugaciones verbales de un tiempo. Somos
el veneno y el antídoto de nosotros mismos. Somos las sombras de lo que una vez fuimos.
Anclada al
compás de tus caderas... Tensado el arco de mi espalda como dócil
instrumento entre tus manos me desgarras notas en el pentagrama de mi costado, definiéndome el allegro en la piel rozada con la cuerda de tus labios.
En cada línea una clave, en cada clave el timbre de tu voz sodomizando a mi cordura. Asida a tu hechura... Me aferro a la impaciente voracidad de tus manos que recorren mi cuerpo de guitarra afinando y desgajando la funda que habita. Mi figura de mujer se abandona al abrazo como espuma de mar sutilmente amparada en el nido de tus muslos.
Enlazados
los brazos alrededor de tu cuello niego la visión de la imagen que me arropa para deslizarme como collar de cuentas por la falda de tu pecho, y dejarme mecer por la balada entonada. Tu nombre en la punta de mi lengua
haciendo de la entrega la inmortalidad de tu ser.
Tu mirada atrapando el cielo exhala la esencia regalada. Devoras el aire, robas los suspiros… te vacías como lluvia de abril. Y las bocas se
hacen cómplices de las pupilas y las pupilas de la hoguera.
Adagio...
En la cruz
de tu efigie me acomodo renunciándome y recogiendo el sosiego
desertado para seguir sintiendo en las teclas de mi piel los últimos acordes de impiedad.
Ninfas
desnudas columpiándose en el balancín de mi mirada ondean sus vocales hasta
el saco de mi corazón. Lo provoca y desboca, lo vuelve tierno y salvaje al son
de sus consonantes suturando cada grieta con su leve roce.
Latido a
latido me vuelvo hilo de seda.
Tela de
araña que me atrapa o soy yo dejándose atrapar en esa diana donde todo se
adhiere penetrando por los poros de mi piel, por los orificios de mis oídos,
por el incendio de mi boca, por el furor de mis ojos...
Acampando en
el llano de mi alma.
Cogiéndome de la mano me guían a su mundo de ensueño donde me dejo acariciar por la
fuerza y la levedad de su sonido. Soy cometa del aire incitado por su susurro,
alzándome y derrocándome según tensa mi hilván.
A su merced
me dejo manejar.
Palabras
con poderes seductores aguardan cada noche en la cuna de mis anhelos
recogiéndolas entre mis pestañas las devuelvo a la vida, a mi vida. Me
tatúan el fondo de la garganta y las dejo escapar entre murmullos volviéndome adicto a su droga y a su hipnosis.
Contigo cuando recoges mi mano entre las tuyasal entregarte un humeante café,
aceptando el momento de tiempo muerto
que creo para ti. Mientras me siento en el borde de tu mesa, soy pacto de tu
traviesa mirada que acentúa la frase de aquella película que tanto me gusta.
Contigo cuando intentas explicarme con extrema
paciencia cada avance que consigues en tu nuevo proyecto. Mi mueca de, me sabe
a chino mandarín, desata un leve mimo dirigido a mi rostro haciendo que
estallemos en carcajadas.
Contigo cuando tras compartir esos sabores, apoyas
tu cabeza sobre mi vientre y me cuentas que fuera hace frío, pero yo estoy
aquí. Entonces bordeo con la yema de mis dedos el filo de tu camiseta hasta
rozar el lóbulo de tu oreja, recogiendo cada palabra que me dedicas.
Contigo cuando en las noches de invierno me
atrinchero en tu pecho donde tus latidos me tararean canciones de un ayer, con tus dedos enredados en mi pelo y jugando con
uno de mis rizos pides que no lo vuelva a cortar. Capitaneando con mis besos te respondo coquetamente
que mis quince ya pasaron y mi nuca pide ser libre.
Estampas tu sonrisa en ella y muy despacio me grabas:
-Seré
la copa que recoja tu brebaje.- Le rezó en un tono casi inaudible.
La tenue luz que se colaba por las ventanas era el único testigo de
aquella ceremonia. Él observó con atenta mirada la oscilación del cuerpo que
apresó las pasiones, sabiéndose fuego dentro de sus entrañas.
La imagen que ante él se dibujó era digna de enmarcar. Valquiria indómita
de piel nívea, ofreciendo el fruto de su boca ante el gemido ahogado. Atada a
un viento poseso de deseo iba descargando sus ganas sobre el hercúleo ser.
Mitad animal, mitad mujer. Salvaje mezcla que hipnotizó los designios de sus
actos.
Brava, como jinete rasgando el espacio que separa el cuerpo del espíritu.
Templada, como ola que araña la orilla donde sucumbirá, y entregada como
ofrenda virginal.
Bajo la inercia de su órbita lo deslizó hasta el borde de su abismo.
Seductoramente lo guió por el filo del precipicio enseñándole el todo y la nada.
Tocando el cielo de su paladar lo elevó liberando el nombre de su AMAZONA.
Apoyado en
el quicio de tu espejismo me voy colando por las rendijas de tu deseo. Mi tacto
engatusa al tuyo con toques quedos que hipnotizan a los sentidos, elaboro una
trampa seductora que te sujeta en la encrucijada de tu reflexión.
Me siento en
la ventana de tu noche esperando a que me entregues tu fantasía. Vendando tus
ojos con palabras encendidas fecundo tu boca con el fuego de mi lengua, y ahogo
un gemido en la depresión de tu cuello. Me regalas el satén de tus labios
recorriendo el atlas de mi piel, me dejo, me abandono a esa dulce tortura que
provoca la tensión en cada uno de mis músculos.
Un viaje sin
retorno se expande ante mí. Tu cuerpo me parecen olas envolviéndome en ligero
vaivén. Mi horizonte se vuelve tú.
Apreso las
aristas de tus caderas apoderándome de una ráfaga de tu libertad. Me adentro
entre tus muslos alcanzando la doma que me somete provocando el desquite de la
compasión. Voy hundiendo mis temores en tu carne, saciando el apetito voraz del
que soy esclavo.
Dominar,
domino, dominado cada espasmo que me regalas doblegada bajo el peso de mi codicia.