Te invento
con la prosa de mis manos, acunándote entre sus líneas eres presa de mi psique,
y con el descaro de mis años te llevo a la divina perfección de tu osamenta
tendida a mi vera.
Te invento
mientras duermes y yo consagro mi sueño haciendo bocetos de tu sonrisa, diosa
venerada como doctrina de mis empeños. La imprimo con la mía en el minuto
indómito de tu descuido eyaculando reverdecidos amaneceres que lacran el
engranaje del tiempo.
Te invento y
no miento cuando te acomodas entre jadeos en mi pecho fusionándote con mi aroma
de mujer. Ungiendo mis defectos exaltados con tu ungüento de hombre
embravecido.
Te invento
en la brevedad de mi quebranto aspirado, fusionando tu sudor con la lluvia que
no invento, cruzándose un haz luminoso que atraviesa lo cóncavo de tu mirada en
el leve instante en el que elevo mi cabeza produciéndose el impacto.
©Auroratris