martes, 31 de octubre de 2017

WHITE CAT


Mi guiño a Edgar Allan Poe, el Maestro de lo psique.






Yo tenía un gato albino. Era de pocos amigos, creo que no se llevaba bien ni con él mismo. Tenía unos ojos azules imponentes, aun gustándome ese color, en él me causaba desasosiego. Su pelaje tenía una peculiaridad, a veces se podían divisar unas pequeñas manchas de color beige, más que manchas, parecían rostros, sí… algo así. No siempre se apreciaban. En ocasiones nada de ello estaba.

No recuerdo ni cuando ni cómo llegó a casa. Sé que un día apareció y desde entonces ocupa el rincón derecho de la chimenea. Desde allí me estudia, así me siento, estudiado por un felino. Me inquieta su inexistente parpadeo, el clave de su mirada en mi figura siguiendo mis gestos. Debo de estar volviéndome loco, pero juraría que hasta mueve la boca como articulando palabras inaudibles a mi oído.

Hace unos meses estuvo fuera durante una noche. Me sorprendió ya que desde que se instaló aquí no había salido ni una sola vez. Pensé que le entró la necesidad gatuna de perseguir por los tejados a alguna gata. Cuando desperté al día siguiente, allí estaba, a los pies de mi cama y con cara de pocos amigos. De repente se abalanzó sobre mi rostro marcándome la cara de lado a lado. Nunca antes lo había hecho. Gato extraño pero pacífico.
Aquello se infectó y me lo empezaron a tratar en el centro de salud. Cada día era más aterrador, una pústula que no consiguen cicatrizar preocupando lo que estaba naciendo alrededor, unos pelos blancos y tiesos.  

Desde hace unas semanas ambos hemos cambiado. Ahora soy yo el que se sienta junto a la chimenea y le observo cómo se maneja por la casa. Ha aprendido a caminar sobre sus patas traseras, a coger cosas con las delanteras, se ha humanizado adoptando el tono de mi voz. Sin embargo, yo me dedico a olisquear y observar, ya no salen palabras de mi boca, cuando quiero llamarle sólo nace un maullido que me apresuro a acallar. Eso no es todo, lo peor es que cuando me trae la comida puedo comprobar mi rostro entre su pelaje.

A día de hoy, el arañazo continúa en mi cara, tengo conciencia de lo que fui. Un humano que tenía un gato, pero ahora mismo lo que creo es que el gato me tiene a mí.


©Auroratris     


                                                                                                                                     

jueves, 19 de octubre de 2017

RUNA







Que sea yo la que provoque el bullicio de tu sangre,
que esta se arremoline en las arterias como si fuese un maremoto
provocando el colapso de tu oxígeno.
Que tu piel se encienda bajo la batuta de mis yemas,
acelerando su exude y postergando su recuperación.

Sí,
que sea yo la dueña de ese aire
que lleva la imagen a tu mente,
trazando las curvas más relevantes
donde el estrellarse sea sueño y no pesadilla.
Donde el suicidio no sea pecado
y esa muerte nos renueve en cada amanecer.

No,
que no acabe la tintura de los besos,
ese indeleble tatuaje
que deja los restos de un veneno,
haciéndonos adeptos a su sabor y su calor.
Como reyes engañados con la vestimenta invisible
a los ojos del mundo…
deja que sea yo,
la que vista tu cuerpo de runas imborrables
en la escafandra del tiempo.

©Auroratris       





                                                                                            

                        

jueves, 12 de octubre de 2017

INERTE





Inerte,
sobre una  selva de emociones capto,
 la vena
que emerge en la ciudadela de tu piel,
el remolino
 de tu pecho que se declara ante mi avance,
el diámetro
 de tu pupila engullendo mi imagen...
Inerte,
ante el imperativo tono de mi voz.

Quiero
ofrecer (me)
como el velo que nuble la exactitud de tus ecuaciones...
borrando la incógnita
de tu incomprensible existencia,
ofrecer (te)
el seísmo de una caricia
que cargue contra el borde de tu cardio.
Quiero
bajo un vocablo craso
despertar la vileza de
ofrecer (nos)

Inerte,
desafiando
 tu desnudez primaria
con la gravedad del deseo

Sin ataduras
que estigmaticen los anhelos de
tener (nos)

©Auroratris




                                                                               

sábado, 7 de octubre de 2017

DÍAS DE VINO Y CALOR





Te hablo del calor, de la temperatura, de que vamos a morir asados y tú… me miras sonriente, con una copa de vino muy frío en la mano mientras tiendes la otra para que me siente en tu regazo.

Y eso hago para compartir el vino entre tus labios… y me hablas de que calor somos nosotros cuando nos fundimos entre estas gotas que resbalan mojando tu barbilla y la mía. Me ofreces el sorbo que dejaré en tu boca y sé que este mismo caerá más allá de tu garganta, mojando tu pecho que ya se agita al sentir la excitación de mis senos pegados a tu piel.

De repente buceas en mi cuerpo buscando el licor que me recorre, bebiendo la sedimentación que se adhiere a cada poro, agitando todos mis segmentos, quebrando la partitura que tenía preparada.
Somos hoguera en las manos, en el centro del vientre donde se concentra todo lo que sentimos cuando nos amamos. Se llaman nuestras lenguas calcinando los relieves donde sabemos robar la conciencia. Te refugias entre mis muslos y estos te acogen con premura, con esa hambre que siempre siento de ti.

La noche se enciende en tus ojos llenos de mí… y qué me importa si mañana no me llamas, es ahora lo que quiero y deseo. Es ahora que tú me tienes donde quieres, sujetando la bravura de tu empuje, encerrando los envites que liberan mis gemidos, sosteniendo la firmeza que me clava a la vida.

Tu aliento se hermana con el mío, sabes a vino, a pasión, a lujuria y yo te gimo en la puerta de tus labios porque sé cuánto te excita, te mantengo la mirada sonriéndote las ganas que se vacían en mí.

Ya se callan nuestros cuerpos, protagonistas de esta cama. Sales de ella… y adoro ver tu silueta desnuda, en tanto yo te lanzo un beso y te digo que he hecho diana en uno de tus glúteos… Tu risa… te juro que un día la grabo para escucharla cuando vuelva el frío.

©Auroratris







jueves, 5 de octubre de 2017

HISTORIA DE UNAS ALAS




{Dale a una mujer un sueño y esta lo hará realidad, 
imagina que tal pericia cae en manos de una Mariposa...
esta lo envuelve con sus alas policromadas 
y le otorga el don de ser inmortal}

Athenea, tiene ese don y  por partida doble. 
Hace unos días me sorprendió con este regalo... 
ella sabe lo que sentí en ese momento en el que la mudez
toma protagonismo y las palabras que se escapan son inconexas y con falta de fluidez.
GRACIAS MI QUERIDA AMIGA
luzco con orgullo tu detalle, de tu casa a mi casa... 
de tus manos a mi corazón.
(ya sabes a quién más le gustó)

©Auroratris













Alas en mis manos