Doce escalones en descenso, doce pruebas a experimentar. Hubo una octava que dejó mermado el equilibrio haciendo que las cuatro restantes se tambalearan hasta el final.
No hay velas blancas, ni rojas, menos negras. No hay anillo al fondo de una copa de champaña, ni un pie elevado, ni un encaje rojo pasión. Solo hay doce uvas sabor ESPERANZA para este AÑO NUEVO.
Ahí estaba él con su vuelta y vuelta, con su sube y baja, con su música invitando a eso... a la Magia. Un carrusel como cualquier otro donde imaginé que en cada caballito viajaba una emoción, porque así es la vida, un carrusel de emociones que suben y bajan, avanzando hasta la siguiente vuelta donde todo empieza de nuevo. Y de nuevo estamos en Navidad, en el punto de partida donde volvemos a desear lo mejor para estas fechas, la esperanza para el Año venidero... de nuevo volvemos a abrazar con la palabra y el corazón en la mano.