Tu
tiempo por una historia.
Hay una
isla en medio de la nada, un rincón perdido en algún lugar remoto donde cada
día viajo para vivir las aventuras más impensables. Sus gentes sencillas
cambian sonrisas por afecto, abrazos por caricias y su corazón por tiernas
palabras.
Tienen una particularidad: fueron tocados por una mano divina al nacer. Se quedaron dormidos en un mundo paralelo, siempre niños. Viven sus propias aventuras son los protagonistas de sus cuentos, te arrastran hasta el interior de su sueño haciéndote partícipe siendo los ojos de los que no ven, las piernas de los que no andan, el cuerpo de los inertes y el cerebro de los dormidos más profundos.
Podría
hablaros de Mariano el ciego y de su silla de ruedas, según él “la más chula”
de la isla, de Emilio el espina, magnífico nadador dentro de un flotador. Nuria
y sus “cenesito tus revistas”, Paloma siempre pidiendo paciencia con ella, Víctor
regalando sus “te quiero mucho como la trucha al trucho”, Madalena recabando
información para cuando algún día sea mayor, Evelyn con su mundo de fantasía, Javier
el incomprendido, Juanmi el novio de todas o el “¡maestra qué chiquita eres!”
de Joe.
Alfredo, Sergio, Rosario, Paquita, Daniel…, todos me regalaron parte de ellos mismos, cada uno a su manera consiguieron sacar la porción más humana y altruista que llevamos dentro.
Mis problemas se empequeñecen si los comparo con los suyos. Desaparecen momentáneamente si sus brazos me rodean, se esfuman si aparecen miradas encendidas en sus rostros, se esconden cuando afloran las amplias sonrisas…
Y yo,
ya no soy yo. Soy el Peter Pan de su
Isla porque me han regalado su
corazón.