PortuGal

Era una cama muy grande para una habitación tan pequeña, en un espejo se refugiaba 

una incipiente desnudez.

Quizás los nervios aflojaron la risa, y las manos avistaron un pundonor escudo 

resquebrajándose bajo su calor.

La ropa… un pretexto para que al son de aquél Fado todo cayera en lenta armonía.

Te adoro...

Me adoras porque me gusta jugar a que tú me tienes y yo me dejo,

 nuestro reflejo es el hipérbaton de nuestros cuerpos alterando los factores 

de mi boca-grana y tu piel-abierta.

Al sur la libertad... al norte una Almudena fácil de salvar con una palabra llave 

que suscita una obertura desde un beso carnal. Precisé guiarme por tus caderas 

entre las callejas de esta sábana arrugada. Figuras trenzadas con dosis de soberanía 

entre tu vientre y mis entrañas.

Y la tarde se llevó la timidez primera dando paso al telón de una noche plena

 descorriendo el tiempo entre ranuras de fantasía…

Emergió, se hizo realidad al reconocer el sempiterno aroma 

que moraba en nuestros canales.  

Dos amantes sonrojaron a Portugal.

©Auro