foto sacada de internet |
Quédate en
la esquina de su alma donde él te encontró. Refúgiate en el bolsillo de su
cazadora vaquera, la que te prestó una noche de septiembre. Deslízate por la
línea de la vida de su mano, la que rozó un mechón de tu pelo atrapando
tus sueños. Invéntale horizontes de colores y salta con él del amarillo al
verde y del rojo al añil.
Ofrécele la
cascada de tu pecho para que zambulla todos sus deseos. Piérdete entre
las manecillas del reloj y juega a retroceder en el tiempo, el que una noche te
regaló. Mécete en la luz de sus ojos, la que enciende cuando te ve venir
seductora y vestida de pasión. Danza junto a su cuerpo en un único compás y susúrrale
un pensamiento a la altura de sus caderas.
Róbale el
aliento cuando diga tu nombre y le regales el suyo tatuando la senda de su espalda.
Juega con él habitando en las lunas de otoño y en las nubes de algodón de azúcar. Navega
entre el mar de sus lunares y conquista la isla de su vientre.
Y sueña una
vez más que un día atrapó a Casiopea postrándola a tus pies. Domó a la constelación
de Leo para que tocaras el cielo y pudieras dormir al calor de las estrellas.
Que le robó un rayito al sol y lo enredó entre tus pestañas para iluminar tus
días. A Cupido le escondió la flecha que él mismo te clavó para conseguir tu
amor. Y así, querida nefelibata, seguirás soñando que sólo él vendrá en la tormenta atrapando truenos para que no caigan en tu playa.