Hoy
cruzas el umbral y llegas a mi mundo inquieto y fascinante. Con tus ojos de
niño y tu maleta de sueños te niegas a reconocer que el País de Nunca Jamás se
va quedando atrás, que Peter Pan ya no cuente contigo para vivir aventuras.
Este nuevo traje te pesa, te incomoda y
quieres renunciar a él.
Miras
asustado al futuro. Te acechan dudas, miedos, no sabes cómo pensar. Ayer eras
un crío, hoy te llaman adulto ¿qué ocurrió en 24 horas? De pronto tienes que
recoger un equipaje de ilusiones y desembalar el de responsabilidades.
Me
habla tu inseguridad y me pregunta qué pasará mañana cuando abandones nuestro
hogar, dónde quedarán nuestras conversaciones y dónde mis buenos días. Aquellos
que repetía una y otra vez hasta que arrancaba de tu ronca garganta un gruñido,
algo parecido a una respuesta a ese saludo matutino. Hoy te adelantas a mi
despertar y pizpiretamente me citas ese buen deseo.
Me
miras buceando en mis ojos, como si quisieras encontrar en ellos todas las
respuestas que andas buscando. El no hallarlas hace que te sientas perdido. Echas
la vista atrás y me haces retroceder unos años. Compartíamos un juego, hoy me has hecho recordar que ganaste porque
tuviste mi ayuda. Lo había olvidado, me
alegro de que tú no. Puedes tomarla como prueba de que ahí estaré. Seré tu
orilla para descansar.
Me
abrazas, y literalmente desaparezco entre tus brazos. Ya eres un hombre. Planté
tu primera vela en aquella tarta tan distinta a la que ahora tienes delante:
sin motivos infantiles y con un número de dos cifras. Cifra que te provoca, y
te hace querer huir a otro tiempo, a otra edad. Todavía recuerdo cuando era yo
quien te recogía en mi regazo y conseguía rodearte en una sola vez. Y mírame
ahora. Necesito turnos para poder lograrlo. Y lo logro, te rodeo fuerte y te
miro y te hablo y te deseo: ¡un feliz
cumpleaños!
Ains Ana, a mi me queda todavía mucho para eso pero llegará... supongo que todo tiene sus pros y sus contras pero estoy deseando que sean mayores. La infancia es preciosa pero cuando todo el peso recae sobre tí sola se hace muy duro.Al menos se van haciendo mayores a la par de independientes. Yo me veo sentada con mi hijo manteniendo esas conversaciones que ahora echo en falta. Es muy emotivo tu texto.
ResponderEliminarTe dejo un besazo.
Todo llega, Maite. El tiempo te traerá esas conversaciones y los secretos compartidos. Disfruta de esa infancia aunque sea en solitario, ellos no lo olvidan, a mí me lo han demostrado. Las madres todo lo hacemos solas y eso nos hace más fuertes, (si yo te contara...). Gracias por tu comentario y no desesperes. Un abrazo
EliminarTe entiendo totalmente. Veo crecer a mi único pipiolo y para mí ya es casi un adulto. Con 14 años ya me saca una cabeza y pico y sus brazos desproporcionados son el avance de los grandes brazos que llegarán a ser.
ResponderEliminarLo único que pido es que no se aleje nunca afectivamente de mí, el resto, lo iré sobrellevando.
Un emotivo texto, tocaya.
Ay tocaya, qué manera de crecer!!! Yo no es que sea muy grande, pero a su lado casi no me veo, jajaja. Saber que estamos ahí, creo que eso hará que no se alejen de nosotras. Gracias por comentar, tocaya. Un abrazo.
EliminarEsto es muy bonito... "seré tu orilla para descansar".
ResponderEliminarBueno, pensar en eso para mí está muy lejos, mi niña es muy pequeña todavía, pero va creciendo y voy experimentando sensaciones junto a ella.
Besos, unas letras que llegan al corazón.
Disfruta de esas sensaciones, aprovecha los momentos junto a ella, y cuando sea más mayor será una gozada recordarlo juntos. Y por supuesto que seas su orilla cuando esté agobiada y todo lo vea negro o gris marengo.Los hijos nos sacan lo mejor de cada uno. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarHermoso relato, y tan real, además de la sensación de como pasa el tiempo! En un momento,son adultos!
ResponderEliminarEl tiempo, parece que no pasa, pero lo hace y entonces dejas de ver niños a tu alrededor para ver adultos. Gracias por comentar. Un abrazo, Luni.
EliminarEn buen momento leo esto,amiga....hace dos meses mi hija mayor los cumplio...y si; es tal como cuentas; es como una barrera psicologica que tanto a ellos como a nosotros nos marca el inico de una etapa y el final de otra...que absurdo, no??...nos manda el calendario??
ResponderEliminarNo obstante, da gusto verlos crecer ( a ver si así nos dejan en paz)
Saludos,Auroratris.
Jajaja, dejarnos en paz???.
EliminarEs una nueva etapa a la que hay que ir adaptándose, para unas cosas te recuerdan que ya son mayores, pero para otras...
Todavía recuerdo cuando yo los cumplí, (y mira que ha llovido)
Un abrazo.
He tenido el privilegio de ser testigo de muchos momentos de esa relación y me arrepiento de haber sido testigo en lugar de cómplice.
ResponderEliminarComo todo lo que haces, has imprimido muchísimo sentimiento y más emoción al texto y sé de primera mano que todo lo que citas en él entra de lleno en la verdad.
Precioso el momento y preciosa la manera de contarlo.
1000 Besos
<3
Te invitamos a participar, todavía queda mucho camino por recorrer. Venga, anímate!!!. Besos
EliminarHola, vengo del blog conoceme, he leido la entrevista y me pico la curiosidad, pues aunque somos de diferentes paises y continentes, tenemos en comun, no solo el hecho de ser madres y mejeres, sino de escribir o mal escribir, en mi caso...jeje..
ResponderEliminarTe dejo un cordial saludo caribeño y te animo a seguir escribiendo, lo haces muy bien.
Fatima
Muchas gracias, Fatima!!! Escribir, expresar lo que uno siente, eso no es mal escribir. Un saludo desde ultramar.
ResponderEliminarHay momentos en que nos parecemos bastante.
ResponderEliminarComo el que relatas bien.
Todo aquél que tiene hijos se siente identificado. Qué difícil es ser padre en algunos momentos!!. Gracias por comentar. Un saludo
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