Ahí tu aliento yacente,
la mirada atrapada en el mausoleo de
las pestañas…
Ahí tu voz sin reverberación,
apagada…
para mí.
En este frío Carmelo,
te adentras en la despedida
con alas blancas batiendo sencillez.
Vuelo plañido sobre rostros compungidos…
Helando verbos sin conjugar.
Y de este fruto naciente del camino,
surge el tímido marfil,
el abrazo amigo recogiendo
vulnerabilidad…
en tu honor brota la fragilidad del
Ser.
Ahí…
duerme tu sueño.
Aquí…
Aquí, pulsa mi dolor.
©Auroratris