La vio
salir, cerrar la puerta tras ella. Y no hizo nada. Se quedó allí, quieto,
mirando el sitio vacío que ella había dejado, esperando que todo fuese una de
esas bromas que a Beatriz tanto le gustaba gastar. Pensó que volvería a cruzar
ese umbral llevando una gran sonrisa en sus labios y diciéndole que otra vez
había picado.
Nada de
eso ocurrió.
Los
minutos se hicieron horas. Las horas trajeron
la noche, oscura y silenciosa. El pisito, el cual adoraban por ser tan
acogedor, ahora le parecía enorme. La cama, donde tantas veces se firmaron las
paces con abrazos y los “no volverá a pasar”, ahora estaba fría y eso le
producía una inmensa tristeza que
inundaba todo. Le parecía irreal.
Las sombras de la noche se apoderaron de aquel lugar, recordándole cada momento vivido junto a
ella. A lo largo de la madrugada creyó oír la cerradura en más de una
ocasión, sólo era su imaginación; en otras creía que sus pasos veloces la
traían hasta él, otra vez su mente le jugó una mala pasada. No consiguió que el
sueño y el cansancio se apoderaran de él. Así, abrazado a la almohada y mirando
el techo, le encontró el nuevo día.
Pensó
en llamarla. Sí. Lo hizo ilusionado hasta que una voz robótica sonó al otro
lado del auricular: el móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura.
Fuera como fuese, tenía que llegar hasta Beatriz. Una noche sin ella había sido
suficiente para comprender que era la mujer de su vida. Tenía que decirle
tantas cosas… y que la esperaría el tiempo que hiciera falta. Una vida, una eternidad, por ella, eso no es
nada.
El
vuelo de Beatriz, estaba a punto de salir. Las lágrimas se agolpaban en sus
ojos. Sabía que él era muy orgulloso y no daría un paso atrás, pero no podía desperdiciar
la gran oportunidad de su vida: redactora jefe en un periódico de prestigio en
la otra parte del mundo. Se equivocó. No podía creer la visión que estaba
teniendo en ese momento.
Él.
Carlos, en persona, avanzaba tranquilo hacia ella, intentaba que no se le
notara que el corazón se le iba a salir de un momento a otro, que la felicidad
por haber llegado a tiempo sólo pareciera una simple alegría y que el temblor
que se había apoderado de todo su cuerpo, no fuese más que una reacción al frío
de aquella mañana.
Incrédula,
se levantó del sillón y sin dejar de mirarle esperó hasta que él llegara donde
ella. Parecían dos estatuas de sal, uno frente al otro, hasta que Carlos,
rompió el hechizo. La abrazó y diciéndole que cumpliera su sueño, que él esperaría
impaciente su vuelta, la besó. Fundidos en un abrazo en aquella sala de espera
del aeropuerto, ella le prometió volver.
A lo
lejos, sólo un punto en lo más alto del cielo, iban ilusiones, sueños y una
nueva vida con una promesa.
Me hace temblar ñlas aletillas de la nariz la escena, amiga; tocas fibra, pinchas en nervio.
ResponderEliminarBuen comienzo, Auroratris.
Gracias, amigo. Sin haberlo vivido está escrito "CONSENTIMIENTO".
EliminarMuy bonito, me ha gustado mucho, felicidades.
ResponderEliminarGracias, padre. Me emociona que te haya gustado, aquí no hay mucha "marcha", jajaja.
ResponderEliminarCoño! No sabía que mi suegro había puesto internet en su casa.
ResponderEliminarPero volviendo al texto... Es muy emotivo, impregnado de sentimientos y, sobre todo, de valores. Muy en tu línea. Muy bien.
El final me deja con un sabor muy amargo: me imagino a los protagonistas (sobre todo a él, porque está claro que ella es más fuerte) ¿disfrutando? ¿sufriendo? del amor en la distancia.
Por suerte para mí, no lo sé, pero tiene que ser duro.
Bsos
Perseguir un sueño da la fuerza necesaria para seguir avanzando, pero eso no quiere decir que ella sea más fuerte, sino que tiene un motivo más para continuar adelante. Otro muack.
EliminarSuper romántico... Lo malo es que al final lo que suele pasar es que la distancia pone olvido, pero ... ¿quién sabe?
ResponderEliminarPrecioso relato.
¿Quién sabe?. Tantas cosas pueden pasar... Gracias tocaya!!!.
ResponderEliminar... ¿volverán a reencontrarse?
ResponderEliminarMe entraron ganas de leer más, me dejastes intrigada...
:-)
Sería cuestión de hacer un sondeo y decidir que hacer con estos dos, jajaja. Gracias Mariose. ;)
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