Molde corpóreo que regala su presencia al toque de su
nombre,
y acercándose al férreo tronco
aspira todas las madrugadas
que laten en la oscura oquedad de la boca.
Destello
que perpetrando la sonrisa
se subyuga al borde de una petición breve y concisa.
Dejando de ser Ella… dejando de ser Él.
Naciendo la hambruna de los cuerpos
se dan sin tregua al placer lascivo,
que los provoca y seduce
envolviéndolos como camisa de fuerza.
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