Busco en la caja de los recuerdos y el pasado me
sopla en la cara. Apenas hablabas y ya tarareabas aquella osada canción: “En la
casa de Inés”. Yo me desgañitaba con los “tres cerditos” y “gusanito medidor”.
Tú me retabas con “una mano en la cabeza y un movimiento sexy”. Atacaba con la
“vaquita de Martín y el niño robot”, y “tu mano en la cintura” conseguía que
abandonara la batalla y me uniera a tus tonadas, sin dejar de repetir: ¡si no
tiene edad!
Hoy me sorprendo de nuevo y no es por una canción.
Tu mirada lejana, tus movimientos livianos, tus momentos de intimidad, tu
territorio, como tú lo llamas. ¿Quién será? ¿Quién te ofrecerá el cofre de los
besos? ¿Quién anidará en tu corazón? ¿Quién será el primero que robe tus lágrimas,
tus suspiros, tus sonrisas? ¿Quién, princesa, si no tienes edad?
Ya no recordaba cuando a tus años una mirada me
hacía soñar, me colmaban de ilusiones unas promesas dichas en cualquier
esquina. Cuando una canción me tocaba el corazón y me desnudaba el alma. Ya no
me acuerdo si fue la risa o el beso. ¿Quién lo dio primero?
Paseas tras mis pasos, vas por las mismas aceras que
una vez pisé. La historia se repite. Ley de vida.
Aún están presentes nuestras guerras de pulgares, de
pestañas, de ombligos, de pies, de nariz… Todavía suena una voz pidiéndome
mimos a cualquier hora. Todavía estás aquí conmigo. Soy consciente del poco
tiempo que nos queda. No lo pienso, lo vivo. Te disfruto, te rio, te miro y te
hablo.
Mi niña no tan niña. Escribes en tu diario,
escuchando canciones de amor. Yo te miro a lo lejos y me recuerdo en otra
época, en otro lugar. Y me digo: si no tiene edad, ¿o sí?
Ayyyyyy se nos van sin enterarnos!
ResponderEliminarTienes razón hay que disfrutarlos mientras viven con nosotros.
A mi ya se me fue "mi niña" y me quedan dos chicos.
Ley de vida, sin duda!
Besos.
Igualmente disfruta de esa mujer y no dejes de hacerlo con los chicos, que el tiempo no entiende de clemencias.
EliminarGracias por detenerte aquí.
Un abrazo, Ohma.
Hermosos recuerdos. Guardados en una caja. Con respeto. He leído y he intentado traducir lo mejor posible. Mis pensamientos de Rumania!
ResponderEliminarLos buenos recuerdos siempre están guardados con mucho cariño.
EliminarAgradezco mucho tu lectura, e intentaré solucionar lo de la traducción.
Un saludo, Cristian.
¡ay, me hiciste llorar!
ResponderEliminarTambién yo tengo poemas dedicados a mis princesas... que vuelan.
Una no se da cuenta en qué momento fue que crecieron. :(
He puesto mucho cariño al escribirlo. Ni mucho menos quería hacerte llorar, mi querida Hulna.
EliminarUn día ves un rostro de niño y al siguiente tienes a todo un hombre o mujer, ainssss.
Me alegro de haber disfrutado de tu paso.
Un abrazo.
Ay! Cuán lejos estamos de esa sensación de mariposeo en el estómago hasta que llegan "estos engranaos" y nos lo recuerdan.
ResponderEliminarTienen, ni más ni menos, que la misma edad que teníamos nosotros. De pronto te caen como una losa no sus años, sino los tuyos. Y miras atrás diciendo ¿cómo hemos llegado hasta aquí y yo sin darme cuenta?.
El mío ya ha intercambiado fluídos con unas cuantas (sí, y me lo cuenta, además!).
Bievenida al mundo de las oraciones (señor, señor, que no haga ninguna tontería).
Un beso, Toc.
Jajajaja, tocaya!!! Ya tienes a un hombre en casa. Genial esa complicidad que hay entre vosotros. Seguiremos rezando.
EliminarGracias por dejar una experiencia.
Un abrazo, toca.
La complicidad hoy se ha ido al carajo: correo de la tutora poniéndome al día de su gran procrastinación...Tíos! ;-)
EliminarDesde luego no se puede hablar así a la ligera, jejeeje. . Tú miras la altura y crees ver al hombre, pero si miras a su interior, seguirás viendo al niño, paciencia, ya cambiará, aunque sea de domicílio. Seguro que su mantra diario es: ahora voy o luego lo hago.
EliminarOmmmm. :-)
Ains... que la princesita va creciendo y empieza a vivir esos sueños por las que todas hemos pasado. Qué linda esa etapa ufffff. La suerte que tiene de tener esos papis, que son tan sensibles y comprensivos.
ResponderEliminarAmiga mía, no nos queda otra. Apoyar, comprender y sobre todo recordar que una vez nosotros también fuimos tocados por la flecha del amor. Qué linda etapa! tú lo has dicho.
EliminarGracias por esos piropos y sobre todo por pasar.
Un abrazo, Maite.
Es increíble como de repente nos encontramos con hombres y mujeres...y sin embargo son nuestros "niños". Tanto amor y dulzura en tu texto!
ResponderEliminarSí que lo es Luni, no dejan de ser niños ante nuestros ojos, sin embargo dejaron de serlo en su interior.
EliminarLos hijos siempre acaban sacando esa parte tierna que llevamos dentro.
Agradezco muchísimo tu paso.
Un abrazo.
Thanks... Best regards from France...
ResponderEliminarPierre
Gracias a ti, Pierre.
EliminarSaludos desde España.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarYo recuerdo a esa jovencita con coletas de niña y también cómo se interesó por mi hijo mayor jajaja. Ahora, si él la viese igual emparentábamos.
ResponderEliminarBesos siempre.
Sí querida mía, seguro que si se viesen ahora ya no opinarían igual que hace unos años, jejeje. Las coletas quedaron atrás y la altura es idónea para ese adonis.
EliminarGracias siempre por venir.
Un abrazo, rubia.
Pues sí creo que la tiene, aún sin saber con qué edad cuenta, sí creo que la tiene.
ResponderEliminarYo sólo pedía que mi hija no repitiera mis 12 años (adelantada que es una), y no los repitió, pero sí casi todo lo demás. Aunque ella ya va por tres relaciones y yo me quedé en aquella primera y única.
Solo nos queda mirar...
Besos
Si es que ya tiene 13, Trini. Es una adolescente, todavía muy niña, pero en ocasiones me sorprende su madurez y me pongo a temblar como un flan porque recuerdo mis trece... Ufff, qué locura de edad, de hormonas, de chicos, de todo, jajaja.
EliminarAdelantada pero con suerte, un amor para toda la vida, te felicito. Y con tu hija... lo que yo con la mía, estar ahí.
Cuánto agradezco tu visita!!
Un abrazo, Trini.
Tengo yo algo de miedo a que llegue ese día... de momento no lo pensaré, jajajaja.
ResponderEliminarbesos, Ana
No lo pienses Luis, vive los momentos ahora. El después ya vendrá y lo importante es que tú estarás ahí para ir marcando cada paso.
EliminarEncantado de tenerte por aquí.
Un abrazo.
Quizás, nuestros hijos, son el ayer de siempre, lo que nos ata a la historia infinita de ser madres.
ResponderEliminarAbrazos bonita
No es el quizás Pilar, es que lo son. Es un contrato de por vida, irrompible, inamovible, sellado con sangre y orgullo. Con miles de capítulos en una misma historia.
EliminarGracias por cruzar hasta aquí.
Un fuerte abrazo, guapa.
Hola,parece que el tiempo no corre cuando los hijos son niños,pero un dia, nos damos cuenta que son unos adolescentes con una personalidad propia.......los años pasas volando!!!
ResponderEliminarUn saludo
Isabel
El tiempo no corre cuando son niños para poder volar cuando son adolescentes, es entonces cuando nos damos cuenta de que pasó otra etapa de sus vidas y de la nuestra.
EliminarUn placer tenerte por aquí, Isabel.
Un abrazo.
Aurora, por dios, que entrada tan tierna, tan hermosa. Es ley de vida, así sucede y bueno, te cuento que yo a los míos aún sigo llamándolos niños cuando hablo con alguien. Lo cierto es que son un par de cachas como dos días de fiesta :-)...me tomo esas licencias por ser la mamaíta, ya que no tienen abuela.
ResponderEliminarUn abrazo grande y feliz semana!!
Con sus dos metros de altura, su cuarenta y tantos de calzado, sus tacones, su maquillaje propio..., ellos y ellas no dejan de ser nuestr@s niñ@s.
EliminarFelicidades por esos dos cachas.
Gracias por pasarte siempre por aquí.
Un abrazo, Pilar.
Belle soirée,
ResponderEliminarPierre
Gracias Pierre, sí que lo es.
EliminarSaludos.
Creo que la edad es un invento estupido,amiga; no existe en el amor; cuando este es sincero (y con los hijos ni te cuento) el tiempo desaparece, como ha de ser.
ResponderEliminarPrecioso texto,amiga.
El amor no tiene edad ni fecha de caducidad. Ellos lo están aprendiendo ahora, nosotros ya lo descubrimos.
EliminarCuánto agradezco tu paseo por aquí.
Un abrazo, amigo.
Ese sentimiento de amor por los hijos y la añoranza por sus épocas de infancia, de seguro son un testimonio que comparten millones y millones de personas en el mundo, pero la forma como lo has escrito te hacen única. Te salió del alma.
ResponderEliminar¡Saludos!
Gracias Juan Carlos, eres muy amable por visitar mi espacio. Y es cierto lo que dices sobre ese sentimiento generalizado hacía los hijos y no lo niego, jejeje, me salió de muy adentro este texto.
EliminarUn saludo.
Qué tierno! No tengo hijos, pero recuerdo que mi madre siempre me decía que quería que yo volviera a ser chiquita, y siempre me veía como si lo fuera (aunque ya estaba más que crecidita)...
ResponderEliminarBesitos
Querida Eva, siempre seremos chiquitas ante nuestros padres, la mía todavía tiene el gusto de sermonearme como si fuera pequeña, jejeeje, y yo la dejo, qué le voy a hacer!!!
EliminarQué bien que viniste por aquí, lo celebro.
Un abrazo.
Es muy normal el miedo a lo desconocido, la inquietud por lo que vendrá, la sorpresa al descubrir de repente que la niña que fue está dando paso a la mujer que será.
ResponderEliminarLo mejor es intentar no agobiarse y disfrutar del momento. (¿De qué me suena a mí la frase "disfruta el momento"?).
Ya habrá tiempo para ocuparse de lo que venga, a su debido tiempo.
Un texto con mucho fondo, Aurora.
Besos.
Disfrutar su momento, ese es nuestro momento.
EliminarSeamos su orilla, el agua de su sed, estemos ahí para cuando caiga, levantarla.
Disfrutémosla!!!
Agradezco tu paso.
Un abrazo.