Cruzaste la sala con tu sonrisa enmarcada entre el topacio de
tu corbata y la picardía de tus ojos. Dos copas alzadas que chocaron en breve
presentación, y en mi lóbulo tendiste la demanda de mi nombre.
La sorpresa de tu rostro se tornó en una mueca cómplice
cuando a la respuesta de Miss Málaga le sumaste Señor Madrid. Lo lúdico quedó
servido y nosotros fuimos los participantes de aquella ronda de conquista.
Serviste tus labios bordeando el cristal, y dejando ver el
brillo de tu lengua el líquido desapareció en la sima de tu boca, sin apartar
la mirada yo te reté con la mía. Rozaste la curvatura de mi hombro y provocando
un accidente natural impregnaste de sensualidad el relieve desnudo.
La noche se unió a nuestro juego volviéndose trampa en
nuestras manos, la hicimos y deshicimos a nuestro antojo… versando odiseas en
nuestros cuerpos, tintando lienzos en blanco, liberando deseos enfrascados.
No hubo trato ni contrato tan sólo las palabras que nos
prodigamos, las frases las dejamos escritas en la silueta de los dos. El tiempo
se amistó y se enemistó a horas y a deshoras queriendo ser ladrón del momento,
y perdiendo en su empresa se apiadó del ritual engendrado.
Volvimos a la rutina de un lunes por la mañana enfundados en
unos trajes que apretaban nuestra libertad, pero a veces un pitido en la
madrugada me recuerda que Madrid todavía sigue aquí.
¿Brindamos?
©Auroratris