Elevada
sobre un vértigo azul y empalagándome de lo oscuro de tus ojos se vara mi
caminar en el vértice de tus labios. Quema la noche y tiembla el cielo cuando
tu susurro reclama mis relieves adheridos a tus manos.
Tenemos la
estatura perfecta desde el suelo a mi cintura para calcinar los místicos deseos
que van impregnando el aire, y entre los versículos indelebles que rodean mis
caderas se diluye el breve espacio entre tu lengua y mi piel.
En ello me
fumo tus ganas devorando la perversión que me propones mientras masticas mi
tormento en lenta procesión. No hay clemencia en tu derroche cada vez que te
aferras a mi Cruz soterrando en ella tu nombre de hombre.
Y somos
abismo y hoguera... valle y precipicio... somos virtud y pecado, ángeles
endemoniados saciándonos del banquete de nuestro veneno.
Somos el
puzzle de dos piezas sobre el mármol de tus sábanas.
Vestigio de
un realismo mágico que pendula sobre nosotros como fruto de un sueño fecundado
©Auroratris